El Sueño, segun dicen los poetas, habita un palacio impenetrable a los rayos del Sol. Jamas ni el gallo mañanero, ni los gansos vigilantes, ni los perros, alteraron su tranquilidad. El dulce reposo tiene en él su morada habitual. El rio del Olvido desliza allí blandamente sus lánguidas aguas cuyo débil murmullo invita a dormir.
En medio de este palacio se halla un lecho de ébano rodeado de negros cortinajes: en él, sobre blandas plumas, reposa el dios apacible sumido en toda clase de Sueños. A la puerta de la habitación, vigila Morfeo, ministro del sueño, para impedir que se produzca en su proximidad el mas leve ruido.
Los Sueños, hijos del Sueño, son tan numerosos como las hojas de los bosques y las arenas del mar. Unos, insignificantes o engañosos salen del infierno por una puerta de marfil; los otros, verdaderos y proféticos, salen por una puerta de asta.
J. Humbert
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