Petra





Al igual que otros pueblos nómadas que se extraviaron del centro de atención de los historiadores, los nabateos dejaron pocos datos esclarecedores sobre si mismos. Probablemente se trasladaron a Palestina desde Arabia varios siglos antes de cristo. En el siglo I A de C. su capital era ya una rica ciudad moldeada por la sofisticación y la opulencia de Petra, una fortaleza natural en un paso entre escarpadas montañas, adquirió como encrucijada de comercio.

Llenando el vació de poder dejado por la decadencia de Grecia, los nabateos dominaron esta parte de Oriente Medio durante mas de cuatro siglos antes de que los sometieran los romanos, los eclipsaran los bizantinos y finalmente se dispersaran por los callejones marginales de la historia. Por los fragmentos de cerámica sabemos que eran artistas, y los manuscritos antiguos los describen como negociantes y mercaderes astutos. Ambas cualidades se reflejan en la arquitectura publica de Petra, un conjunto asombroso de templos, tumbas, teatros y otros edificios esculpidos en arenisca rojiza. Diseminadas en una extensión de 900 kilómetros cuadrados y comunicadas por caminos y rutas de caravanas, estas construcciones resultan monumentales y espectaculares incluso cuando se comparan con obras maestras griegas de la época.


Sin embargo, el logro mas decisivo, el que hizo posible todo lo demás, lo consiguieron los nabateos cuando empezaron a dominar el abastecimiento de agua, lo que les permitió erigir una metrópolis de 30.000 habitantes en una remota garganta del desierto que solo recibe 150 milímetros de lluvia al año.Recolectando el agua como un preciado cereal, los nabateos la captaron, la canalizaron, la almacenaron, la conservaron, rezaron por ella y la administraron inventando complejos sistemas hidráulicos que constituyen, todavía hoy, la musculatura invisible de Petra. Centenares de aljibes impidieron que la ciudad se muriera de sed en los periodos de sequía, a la vez que unos diques de mampostería en las colinas circundantes la protegían de las riadas provocadas por los aguaceros repentinos.


Este tipo de planificación es el que se precisa de nuevo hoy, Cuando Jordania, para la que Petra es el summum de un conjunto de tesoros arqueológicos, sopesa alternativas sobre como excavar y conservar mejor el yacimiento, obteniendo al tiempo un beneficio económico del creciente interés que despierta en el mundo.
Sin yacimientos petrolíferos y con escasos recursos naturales, Jordania recibe con enorme alegría a los millares de turistas que acuden a Petra.

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